Resumen
Síndrome febril de larga duración. Aportación de casuística personal
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. Síndrome febril de larga duración. Aportación de casuística personal. Emergencias. 1993;5:165-70
Resumen
Constituye un cuadro clínico frecuente y generador de dilatadas estancias hospitalarias, así como un reto diagnóstico, tanto para el médico de urgencias como para el internista. Aparece bajo dos formas: como síndrome febril prolongado (SFP) consistente en cuadro febril superior a 38 grados de más de 21 días de evolución, sin signos ni síntomas orientadores, al que se llega a diagnosticar en menos de 7 días de estancia hospitalaria; o como Fiebre de Origen Desconocido (FOD) con los criterios descritos en 1960 por Petersdorf y Beeson.
Ambos síndromes con expresión común a multitud de enfermedades, cuyo diagnóstico etiológico es complejo y variable según la zona de la que proceda el enfermo la edad, e incluso el nivel científico-técnico del hospital en que se encuentra ingresado el paciente.
En algunos casos la fiebre puede autolimitarse sin llegar a un diagnóstico definitivo, formas éstas que conllevan un mejor pronóstico en otras ocasiones
se trata de diagnósticos etiológicos que se sospechan, a veces incluso precozmente, pero que manifestaciones atípicas o el desconocimiento de alteraciones clínicas o analíticas sutiles o la discordancia clínica/complementarios hacen que se retrase el diagnóstico
El índice general de mortalidad de los síndromes febriles de larga duración oscila entre el 20-30 % en adultos, siendo sensiblemente más baja en pediatría. De los casos sometidos a necropsia, hasta un 80 % de las causas son potencialmente curables, como tuberculosis con radiología negativa, tuberculosis críptica, endocarditis infecciosa y sepsis, leucosis, lehismaniosis, etc. La insuficiente valoración de un resultado positivo, la omisión de una prueba complementaria claramente indicada y una historia clínica poco precisa, suelen ser los factores que con mayor frecuencia se aprecian entre los sujetos que se necropsian sin diagnóstico previo
Por este motivo nos proponemos una doble tarea, por una parte analizar los grupos etiológicos diagnósticos del citado síndrome en nuestro medio, evaluando su mortalidad y morbilidad, así como la rentabilidad de los complementarios diagnósticos utilizados; y por otra parte comparar nuestra casuística con los datos aportados en la literatura científica médica mundial. desde la primera descripción publicada por Alt en 1930.